Héctor
A. Gil Müller
El
dia del padre se celebra en México el tercer domingo del mes de junio, es un
dia de número cambiante, no fijo como el día de la madre, debe alcanzar siempre
un domingo, como si tratase de aprovechar el día descanso para el siguiente
lunes regresar a trabajar.
Del
texto que reproduzco al calce no conozco al autor, como muchas de las mejores
cosas que no dejan huella como para nunca borrar el momento. Las mejores cosas
de la vida no son cosas. La paternidad es un acto de fe, decian algunos, se
sabe quien es la madre, pero el padre se asume y son los rasgos físicos los que
evidencias la similitud, pero sobre todo los rasgos del alma, porque la
paternidad no es solamente el engenramiento es la responsabilidad.
En
la antigua Roma la paternidad se convirtió en modelo de buena conducta, aun
usamos la figura: “como buen padre de familia” para referirnos a un buen
comportamiento. Roma también entregó el concepto de felicidad y su relación con
la fertilidad. La edad media dotó a la paternidad de la entrega de un destino. Sellaba
al hijo con su nombre y el patronímico, “ez” en español nos decía que Ramírez
es hijo de Ramiro, Fernández, hijo de Fernando, González, hijo de Gonzalo, lo
mismo en otros idiomas con el “Mc”, el “son”, el “ich”, etc. También daba el
padre al hijo en su apellido su futura y amada profesión, Herrera, Pescador, Cazador,
Carpintero, etc.
Hoy
la familia enfrenta graves retos, desde su identidad, sus roles y su destino.
Le hemos quitado a la familia su propósito y se ha convertido en una célula
social, cuando resulta ser el primer templo, la primera escuela, la primera
empresa, el primer estado. La crisis de la familia es evidente, en sus
integrantes, en sus conflictos y tambien sus mecanismos de solución. Los
juicios familiares son por mucho los más presentados en todo nuestro sistema
judicial.
Dice
el anonimo poeta:
Muchos libros yo he leído / de grandes y
buenos autores, / y en sus páginas mejores / nunca esta verdad he leído.
/ De que un padre vive
oprimido / y
ninguno lo alienta. / ¡Y
todo el mundo comenta! / ¡Que
lo más grande es el amor de madre! / Y el sacrificio de un padre / ninguno lo tiene en cuenta.
/ Hay que empezar a escribir /
el sacrificio de un padre, / porque
no es solamente la madre la que sabe sufrir.
Con esto quiero decir de que
un padre sabe
querer. / Y que por sus hijos y, su mujer / Con amor va a trabajar
/ y hasta capaz es de robar
/ pero para traerles de que
comer. / La madre le hacer un perjuicio / a su hijo por un error, / porque debido a su gran amor.
/ Con su mimo le da vicio. / En
cambio el padre / para
mi hace juicio, / aunque
su amor es severo, / él
los acaricia muy poco / pero
los hace marchar derecho. / Para
subir el repecho de este mundo embustero, / Él les lleva el pan sagrado
/ amasado con sudor.
/ Y por sus hijos con amor el
vive sacrificado, / y
por eso estoy de su lado. / Aunque
el pecho me taladre / esta
bien cantarle a la madre / con
ese amor infinito. / Pero
también un poquito / hay
que acordarse del padre.