Héctor A. Gil Müller
El
herido que no ha sanado no escucha con los oídos, escucha con las heridas. La
anterior afirmación nos hace pensar que el pasado pesa, sobre todo aquel que
aun duele. Huimos del dolor de un mal pasado y el temor de un mal futuro. En lo
social es igual, si no se sanan las heridas del pasado seguimos interpretando
la realidad como si aun doliera y eso es injusto. El arraigo al pueblo genera
el cuidado, es evidente, de manera que quien de paso esta no tiene el mismo
arraigo que el que ahí vive, entonces por esas heridas vemos al migrante como
delincuente, la ambición mueve incluso hasta los principios, por ello el que no
tiene haría todo por tener, y entonces generalizamos y sentimos al pobre como
mal viviente. Muchos despilfarros se han cometido y por ellos ilícitamente
muchos funcionarios y políticos se han enriquecido, entonces generalizamos y vemos
al funcionario como corrupto. Porque hay heridas que duelen, pero ellas
representan una batalla y no la generalidad de la vida.
Parece
que actuamos igual con dolores que nos aquejan, pero hasta cierto punto hemos
ido transformando el nombre de la herida, lo que debe ser corrupción ahora
parece venganza y una austeridad sin sentido estratégico. Hemos contagiado al
liberalismo de despilfarro, cuando también en el centralismo lo hay. Hemos
confundido el incentivo con la dádiva, malinterpretando una competencia entre
países por una pasividad que pensamos tendrá menos costo. La multa parece un
beneficio, tanto que tendemos a reducirlo. Existe la costumbre de que si el
pago, después de recibida la multa, se realiza en menos de 24 horas se tiene un
descuento. ¿Por qué?, confundimos la multa con un deber y aplicamos beneficios
que suaviza. El principio de la justicia, bajo la legalidad, está en el poder
de la sanción.
La
cultura, que es la consecuencia de lo que hacemos continuamente, nos identifica
y marca, nos hace ser como somos y por eso estar como estamos. Los cambios son posibles,
pero si dejamos al azar lo que hacemos, si bloqueamos la razón con la emoción
difícilmente algo cambia. No por mucho desear algo acontece, entre la meta y la
salida hay mucho esfuerzo no solamente deseo. El deseo es gasolina para cuando
las cosas no van bien, pero la acción es el componente activo de cada triunfo. Cuidado
con pensar que la sola “esperanza” nos lleva, en la carrera global, porque
puede pasar que cuando abramos los ojos nos veamos solos, no por haber ganado
sino por no haber corrido.
El
gobierno federal ha anunciado un recorte al presupuesto federal de 2026 al
pasar de 893 programas a 661. Esa tijera de gasto programado debe ser acorde a
la idea de país que tenemos a futuro y a las condiciones que se requieren, de
otra manera el desarrollo se vuelve un recorrido de obstáculos y lo que debería
ser un aliado estratégico del pueblo, es una prisión. La única diferencia entre
el Estado y la peor imagen de un captor está en el beneficio de la sociedad.
Mientras ésta no crece, no se desarrolla, ni sana sus dolencias el Estado se
vuelve un impositivo agente tiránico. Se debe antojar el futuro como el deseo
de disfrutar el presente.