Soy "Platón", soy tu amigo


(Réquiem a un amigo)


¿Sabes quién soy?, no señor; Qué piensas de “Platón”?; no sé señor, es complejo describirlo por el contenido de su información y porque no le conozco personalmente.

Era el inicio de una charla y una amistad que se haría constante, permanente pero a la vez, compleja y en ocasiones difícil de sostener por la diferencia de opiniones entre dos escribientes.

Pedro Anzótegui Lizardi, “Platón”, ya prestaba sus servicios como columnista en un diario local ubicado en la Calle de Libres, desconocí en todo momento su ingreso a dicho medio de comunicación porque jamás me atreví a preguntar a este respecto.

Platón entregaba su material informativo de manera directa a sus inmediatos superiores, éstos analizaban su contenido y dependiendo del contenido le daban luz verde e incluso le hacían algunas modificaciones o sustentaban con mayores elementos la veracidad de su información.

Era un hombre callado en el medio al cual tuve la oportunidad de ingresar primeramente como reportero y, posteriormente, como editor de dos secciones –Empresarial y Económica-, en el año 1985.

Ahí al poco tiempo empecé a tener comunicación a través de mi computadora con una persona –en ese momento no sabía quién era-, pero me alentaba, corregía o cuestionaba en tormo a algunos temas que yo tocaba al entrevistar a connotados oaxaqueños del sector empresarial o de la iniciativa privada.

“Buen tema y bien manejado”, me aludía mi interlocutor a quien únicamente yo agradecía por el mismo medio.

Así me fui desarrollando profesionalmente, adquiriendo día con día mayores y mejores conocimientos, acrecentando amigos y precisamente fue en uno de esos días cuando un señor delgado, alto, con barba corta y callado se me acercó y me dijo. “¿Podríamos conversar un momento?, le asentí y este añadió: “Vamos a tomarnos un refresco”.

Bajamos y para mi sorpresa me invitó ingresar al frente de la empresa en donde se encontraba en ese tiempo un negocio conocido como “Las Madres”. Fuimos atendidos, una señora se acercó y nos dijo que van a tomar. Un refresco respondí, en respuesta mi interlocutora se rió socarronamente y espetó: “!Ni que m… aquí se viene a tomar no a hacerse p…!”.

Perdón es que no tomo, le comuniqué al señor que me había invitado, además estoy trabajando y no es correcto…. Me acalló y dijo: “No te preocupes el dueño es mi amigo y no hay problema estás con un amigo; solamente va a ser una cerveza y ya nos regresamos al trabajo.

Para no contrariarle acepté y segundos después quien me había brindado su amistad me cuestionaba: ¿Sabes quién soy?, no señor aludí.

¿Qué piensas de Platón?, no sé señor, es complejo describirlo ya que no le conozco personalmente y solamente leo su material informativo a través de su columna.

Solamente sonrió pero al instante soltó una serie de preguntas que me dejaron atónito: ¿Eres oreja, vienes de parte de alguien del gobierno?, me inquiría, en alusión a un entonces coordinador de comunicación social del gobierno del estado.

No señor, solamente pedí la oportunidad de trabajo y con ese compromiso me desempeño diariamente, respondí.

Tras un breve silencio soltó: “Bien, yo soy Platón, soy tu amigo”. Su comentario me hizo retroceder en cuanto a los comentarios, sugerencias y observaciones que me mandaba en mi equipo de cómputo.

Le agradecí por sus consejos y me sinceré señalándole que tenía la impresión de que otro amigo, editor de la Sección Cultural era “Platón” porque yo lo veía como un intelectual, sobre todo por su acento cultural y linguístico, evidentemente no nacional.

Nuevamente sonrió. Y me dijo: Eres bienvenido, vamos ya a trabajar, cubrió la cuenta por el equivalente a dos cervezas y reingresamos a nuestra fuente de trabajo sin mayor comentario.

Ese fue el amigo, el compañero, con quien compartí diversas opiniones y consideraciones, siempre respetuoso de su trabajo y quien se allegó de muchas simpatías pero también de muchas aversiones por el contenido de “Las columnas de  Platón”.

Pedro, el amigo cultivó grandes amistades que en su penoso estado de salud le acompañaron hasta el último momento. Estuvo internado por más de un mes en el Hospital de Especialidades, ahí en la cama 52 en donde estuvo acompañado en sus últimos momentos por familiares y algunos amigos.

Platón por razones personales, salió del diario que le dio cobijo como columnista y de ahí publicó con otro nombre su trabajo en un periódico que se ubica en la Colonia Reforma e incluso incursionó como conductor en la televisora local del gobierno del estado. Tiempo después ingresó a otro medio impreso y ahí a diario se dedicó a publicar sus comentarios y análisis siempre parafraseando al célebre filósofo griego platón e inspirado en la “Dama de Rojo”, como él le decía evocando a una dama con la cual siempre soñaba.

Se fue Don Pedro, se fue el amigo, en sus últimos días le acompañaron visitas de sus más cercanos amigos. Pedro fue forjador de diversas generaciones de jóvenes comunicadores, algunos de los cuales son editores de un medio digital y otros más escribanos. “Platón” fue amigo de políticos, de ex gobernadores y sobre todo cultivó una pequeña gran familia al lado de sus hijos Lucy y Pedro, en su vivienda le asistió en todo momento “Pao” como él cariñosamente le decía así como su entrañable amigo Don Luis.

Falleció el amigo más no sus buenos consejos, Dios le guarde y acompañe en todo momento como así se lo pidió al ser supremo una de sus grandes amistades que le visitó en el referido nosocomio y le llevó una estampita con el santo de su devoción, a Pedro le visitamos en algunos momentos y solamente con leves movimientos de su cabeza nos asentía o negaba en cuanto a sus intenciones.

Descanse en paz el buen amigo Pedro, el columnista Platón a quien por cierto su última empresa a través de su amigo “Samy” como el cariñosamente se refería, quien le procuró todo lo humanamente posible hasta el final de sus días.

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