Héctor A. Gil Müller
Uvalde, en el estado americano
de Texas, es una ciudad de poco más de 16 mil habitantes. Conmovió al mundo
entero por una tragedia innombrable. Un tirador solitario, de tan solo 18
añitos arremetió contra los niños y niñas de una primaria arrebatando la vida
de 19 menores y dos profesores. Esta masacre se suma a los más de 200 tiroteos
masivos acontecidos en Estados Unidos de Norteamérica en tan solo lo que va del
año 2022. Esta masacre se convierte en la más indigna representación de un
malestar que avanza y degrada las sociedades. Una furia incontenida que provoca
una venganza aun y cuando se vea al final de la vida. ¿qué vacíos nunca se
llenaron?, ¿qué vacíos ahora se han marcado?.
Este siniestro, en EUA ocurrió
a tan solo 508 kilómetros de Saltillo en México, lugar en que vivo. Pero
independientemente de la cercanía física cual es el futuro al que aspiramos,
¿qué tan cerca estamos de tal tragedia? Ante nuestras expectativas y
construcciones a las que nos queremos acercar parece ser un entorno por demás
cercano. Muchas preguntas surgen ante el dolor que ha causado la nota y la
conmoción en el mundo entero que se enfrenta a una constante y fatal situación,
en lo que parece que lo único que nos sorprenderá será el acontecimiento más
sangriento que ocurrirá.
El dolor expresado por los
padres de los pequeñitos, innombrable, ha permeado. Ojalá nos lleve a pensar el
futuro que se construye. El futuro por el que seguimos en automático en la
vida. Pensemos por un momento, que todo lo que buscamos, todo por lo que se
lucha se alcanza, las principales reformas se logran y las libertades por las
que luchamos se alcanzan, ¿el mundo mejorará?, ¿Qué hacemos para un futuro
cómodo pero incierto?, un país desarrollado expresa en sus propias libertades
el mal uso, porque el problema no está en la libertad sino en la ausencia de
límites. ¿Qué hacemos nosotros para evitarlo?.
¿Estamos lejos de lo
ocurrido?, en EUA nuevamente se levanta el debate sobre la libertad para vender
armas, quienes apoyan la libre compraventa se apoyan en las libertades
constitucionales que permiten que cada ciudadano cuente con su derecho por
demás publicitado. Pero en verdad, ¿solamente la prohibición sería suficiente?,
porque en otros malestares sociales siempre hemos pensado que la libre
comercialización acabaría con cualquier problema. ¿Estamos lejos de lo ocurrido
porque no hay facilidad para comprar un arma?.
Seguramente el futuro que
aspiramos no pensamos en acontecimientos así, pero si admitimos que el medio
ambiente se lastima y debemos actuar en consecuencia, ¿qué hay de la sociedad?.
Duele la tragedia, porque en los tiernos ojos, de los niños y niñas que han
muerto se ve la vida, la vida propia, la de un futuro que nos estamos arrebatando
y que no tiene cabida entonces para todos. Es menester propio, menester de
todos, actuar para convertir la tragedia en lección, amarga y sin sentido, pero
que nos inspire a transformar lo que quizá ya hemos perdido.