Héctor A. Gil Müller
México es el país hispanohablante
con mayor cantidad de expectadores en la televisión. Según datos del Instituto
Federal de Telecomunicaciones, el 74 % de las personas en México consumen
contenidos audiovisuales en tv abierta y 55% por internet. En promedio, cada
día se consumen 2.3 horas por persona para ver televisión abierta. Según la
encuesta Nacional de Consumo de Contenidos Audiovisuales 2024 que genera ese
Instituto, en México el 91% de los hogares cuentan con un promedio de 2
televisores por casa. De ellos el 51%, el máximo segmento, ve la programacion
entre las 12 a las 24 horas. Por mucho estos datos expresan que la televisión
es la reina de los medios y su poder de difusión es inalcanzable. Quien tiene
presencia en TV esta adentro de la mayoría de los hogares mexicanos. Ese poder
mediatico forma, transforma y reforma los contenidos y las comunidades. Dijo
Carl Berstein: “Cuando la television informa de un hecho marginal, en ese
momento deja de serlo”. El gran Federico Fellini opinaba de la televisión: “…es
el espejo donde se refleja la derrota de todo nuestro sistema cultural”. Entre
críticas o aplausos la televisión se ha mantenido como una ventana de fácil
acceso para ver una realidad que puede ser modificada según los propios
creadores del contenido.
En medio de la fiesta nacional
futbolística, un ritual mexicano que también religa en los hogares mexicanos,
circuló un anuncio diferente y llamativo. El gobierno de Estados Unidos a
traves de su Secretaria de Seguridad Kristi Noem lanzó una millonaria campaña y
desde el medio de comunicación masivo en México, entre banderas americanas
apareció para advertir: “…si estas considerando ingresar ilegalmente a los
Estados Unidos, ni lo pienses, te cazaremos, en EUA los criminales no son
bienvenidos …”
El anuncio causó revuelo entre
los líderes políticos que inmediatamente se pronunciaron y aprovecharon el tema
para exigir el respeto a la soberanía nacional y los tele-espectadores. Desde
Palacio Nacional fue catalogado como discriminatorio por la presidenta
Sheinbaum y adelantó a los medios su iniciativa para reformar la ley de Radio y
Televisión y desde ahí prohibir la difusión y promoción de gobiernos
extranjeros. En el 2014 se eliminó un artículo en la legislación mexicana que
prohibía la difusión de propaganda política e ideológica de gobiernos
extranjeros. Todo esto para resguardar al pueblo bueno ante la amenaza que se
difundió. Sobre la mesa de discusión se colocó este episodio como en un museo
de opinión. Todos elaboraron un discurso para aumentar o disminuir el impacto.
Quienes apoyan al regimen morenista insisten en la correcta actuación con
mesura, lo cierto es que el anunció se emitió y con los anuncios alrededor ha
resultado por demás exitoso.
El anuncio muestra, que quienes
en su momento ensalzaron los valores nacionales, la unidad del pueblo, quienes
circularon en su momento, con fines de deducibilidad la campaña: “tienes el
valor o te vale” se rindieron ante el pago millonario de una publicidad. No cabe duda que cuando la televisión es
buena, nada es mejor, pero cuando es mala, nada es peor. El debate seguramente
continuará para definir si la intervención es tal o si estabamos ya invadidos
desde mucho antes. Quiza lo que queremos es engañarnos sin identificar con
claridad el mensaje que entre noticias, discursos y estrategias se hace. Saque
usted sus conclusiones.