Héctor A. Gil Müller
Escribo esta opinión mientras humea el
café un día primero de mayo. Desde 1880 se ha considerado esta fecha como el
día internacional del trabajo, es una conmemoración del movimiento obrero
mundial. Se potenció por la llamada revuelta de Haymarket una protesta que
terminó en la muerte de varios manifestantes a manos de la policía de Chicago.
Ese sacrificio alimentó el ánimo de reconocimiento del movimiento. Mientras el
mundo lo festeja el 1ero de mayo, Estados Unidos reconoce el día del trabajo el
primer lunes de septiembre.
Las tendencias en la materia siguen siendo
ambiciosas, porque la vida debe ser mas que trabajar de lunes a sábado e ir al
supermercado el domingo. El trabajo debe complementar la vida humana y
potenciarla sin quitarle sentido. El trabajo contiene y encauza el potencial
humano. Es la conclusión de las instituciones sociales, es el fin de la
escuela, el ambiente de la religión y la reacción de la familia. Huelga decir
que es la dependencia del gobierno. El trabajo alienta los cambios, pero
también cansa las fuerzas, exige espacios y construye escenarios que pueden o
no dignificar al ser humano.
Aunque se piense que el trabajo peligra
por la automatización, el trabajo sigue su desarrollo en la humanización,
asumiendo derechos, mínimos pudiera ser, pero relacionados a las necesidades
humanas. Cobra importancia la ergonomía, la satisfacción y desarrollo humano,
entre otros campos. Derechos mínimos que empiezan a advertir la importancia de
episodios antes invisibles al patrón; la paternidad y el estrés como un riesgo
psicosocial por mencionar un par de ejemplos. La jornada laboral se ha ido
conteniendo, dando un poco aun, muy poco, espacio al resto del potencial humano
que ocurre afuera del trabajo. Aunque en Mexico se discute aun la jornada
máxima semanal, los días de vacaciones ya han tenido un importante aumento. El
salario, como contraprestación en el jornal, ha ido aumentando, dignificando
esa relación que empezaba desde lo mínimo y no desde lo congruente.
México ofrece al mundo fuerza laboral
capacitada, con lealtad y un entorno jurídico de reciente actualización que,
aunque no concluye con muchos problemas arcaicos del jornal mexicano, aumenta
la posibilidad de igualdad entre el patrón y el empleado reiterando la
conciliación como mecanismo de solución de las controversias. Mecanismo que
insiste en la resolución interna para evitar la injerencia externa. México
cuenta con 27.8 millones de trabajadores formales. El sector empleador más
grande del país es el de preparación de alimentos y bebidas en el que trabaja
casi el 10% de la población total de trabajadores. El segundo conglomerado está
en el sector de abarrotes y alimentos al por menor y en tercer lugar surge el
mercado de fabricación de autopartes para vehículos con 1.2 millones de
mexicanos trabajando actualmente. Esto según los datos proporcionados por el
Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática, INEGI, emitido en
un boletín difundido a razón del día internacional del trabajo.
Un punto muy importante es que la
exigencia de reconocimiento de derechos laborales exige diverso esfuerzo según
el tamaño del contratante, 29.3% de los trabajadores mexicanos trabajan en
organizaciones que cuentan con mas de 251 personas contratadas y el 41.5%, el
mayor grupo, lo hace en unidades económicas micro, es decir, con menos de 10
personas contratadas. Aun falta un largo camino por recorrer en lo laboral, tan
largo como el de la propia humanidad.