El individuo y la institución


Héctor A. Gil Müller

 Strauss y Howe son creadores de la teoría generacional. Establece que la humanidad se mueve entre cambios sociales construyendo ciclos. Esos ciclos se gestan entre el crecimiento o esplendor institucional y el despertar o florecimiento individual. El péndulo se mueve entre el institucionalismo y el individualismo. Para que se fortalezca una se debilita la otra y viceversa. Siempre la fortaleza de una institución exige una entrega de posibilidades del individuo, renuncias específicas o supuestas en beneficio de algo superior. Así abandonamos la libertad de hacer caminos para circular por una calle, porque ello implica un bien colectivo más allá del beneficio individual; seguridad, rapidez, orden, etc. Pero, ¿qué detona los cambios de estafeta entre la institución y el individuo? Aunque no podemos ser tan soberbios como para identificar específicamente los momentos en un mar del tiempo, si podemos advertir ciertas consonancias que advierten las crisis del individuo o de la institución.

 El individuo se encuentra en crisis, se han minado sus límites al grado que existe actualmente una confusión en  el desarrollo individual. Entre tantas opciones se pierden los gustos. El individuo es capaz de autodefinirse y hacerlo en referencias aberrantes que no proyectan los beneficios de una libertad que más que impulsar nos asola. Las instituciones están cambiando para enfrentar esas crisis, en México cambiamos la institución del desarrollo y ahora la llamamos del bienestar. En el trabajo las normas de cuidado ahora incluyen los riesgos psicosociales, en las escuelas los maestros centran sus métodos en los alumnos y no en los saberes. Muchos cambios van dibujando nuevos modelos para proteger un concepto del individuo que está más allá del propio individuo. 

 Las crisis, que en lo social siempre son violentas, aceleran el cambio de estafeta entre las instituciones y los individuos. Vemos episodios en que la institución se paraliza y los individuos reaccionan, pero otros en los que los individuos se paralizan y las instituciones reaccionan, así advertimos quién crece ante el cambio sufrido.

 La violencia en lugares tan sensibles como las escuelas causan crisis que aceleran los cambios. En nuestro México la historia nos recuerda la batalla de Chapultepec y el heroismo de unos niños estudiantes, también el movimiento estudiantil de 1968, el golpe profundo de los normalistas de Ayotzinapan, entre muchos otros. El asesinato de Charlie Kirk en un campus universitario de Utah en los Estados Unidos de América conmueve hoy al mundo. Pero el crimen es aun mayor al entender que la víctima era un promotor, un hombre conservador que debatía públicamente presentando sus ideas ante preguntas específicas. La seguridad y posibilidad de defender sus ideas y su estilo individual lo volvió famoso y admirado a lo largo y ancho de una sociedad que enfrenta esa disolución individual. La seguridad de quien afirma que es posible decidir ante un mundo que parece ir borrando todos los límites que son capaces de definirnos. La ausencia de límites elimina la seguridad y la velocidad para el movimiento. Un golpe crítico al individuo. Al mismo tiempo, el clero beatifica a Carlo Acutis convirtiéndolo en el primer santo “millennial”. El gobierno americano llama a cerrar filas ante la lucha social, el mundo construye nuevas instituciones para albergar una libertad que parece migrar del individuo por que lo agobió a una institución que la idealizó.

 

 

 

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